Tambores
Sobre la piedra del porche
-allí donde sólo apoyan
las huellas que ya no pisan-,
se acerca contando los pasos
el viento con su cuchilla.
Viles, las botas de la prisa
baten tambores
mermando el hueso
-¡insano el miedo!-,
hollando fosas,
cargando el tiro…
Y calla la sierra del grillo
sobre el serrín de mi pecho.
Dejo los sueños a un lado.
Ahora, preso de ese tiempo
-deuda-
cuento en la piedra del porche
mil minuteros perdidos.
Reo, cargo el ocaso a la espalda
-ámbar de joroba-
y hoy que me siento en la piedra
chilla un reloj sin palabras.
Qué.
La guerra que no concediste.
Tú, desacato: armisticio.
Porque el deseo no olvida.
Y es que es la sed un cuchillo…
Calla la sierra del grillo
sobre el serrín de mi pecho.
Mitad luto, mitad guerra,
gélido chorro me vierto
-soy a la vera del viento-
el deslizar de la arena.
Hoy, en el mármol del porche
truenan un deseo de ausencias
-y en mi joroba, un ocaso,
es de la sed las pavesas.
Y en el serrín de mi pecho
hinca el reloj su cuchillo.
Atentamente,
Uno que camina