Palacios intemporales
Hace tiempo prometiste
enseñarme
los palacios intemporales.
Cada domingo te espero, sentado,
sobre la piedra en que cerramos la promesa.
Hace mucho prometiste
enseñarme
los palacios intemporales,
y me voy haciendo viejo.
Ya no me ilusiona el Sol
y a los bancos desgastados
no les disgusta
que se duerman en su pecho.
Ya… ni recuerdo tu nombre.
Imperios de trigo dorado
susurraban sus refranes,
y el remolque aún
conversaba con el olivo.
Tú me cogías la mano
y ponías palabras al cuento
que tu vital desaliento
enhebró para mis sueños.
Y ahora, cuando pienso…
la niebla juega a ser el viento
liberando las cometas
que tejí con un desierto
(y es que la arena no vuela).
Pero yo siempre presumo
del trigo de tus valores,
del roble de tus palabras
y de un almendral de lecciones.
Hace mucho tiempo ya
que prometiste enseñarme
los palacios intemporales.
Y ahora que estoy aquí…
ya no quiero levantarme.